El otro día buscando artículos de bebé por Google para ver si
algo que se me ocurrió estaba o no inventado, llegué www.tablondeanuncios.com
. Una página recomendable para todas mis amigas y seguidoras
que viven en la Península Ibérica, del estilo de mercadolibre en Argentina.
Más allá de la inmensa variedad de cosas para bebés que allí
se pueden encontrar, me llamaron la atención algunos nombres. Porque gracias
las pelis de Almodóvar, De la Iglesia y algunas series (como Los Hombres de
Paco y Cuéntame otra vez) que se repiten por nuestra tele, ya es archi-conocido
que en vez de nene/a dicen niño/a, que a la mamadera le dicen biberón y que a
las canciones de cuna le llaman “nanas”. Pero ¿Alguien sabía que a ciertos
carritos le llaman Bugaboo? Sí. Si no fuera por Google que me muestra una foto
creeríamos que es un salto en caída libre.
Otra genial es la “trona”. Lo que del otro lado del Atlántico
se denomina a la sillita del bebé. Supongo que se ve debe llamar así porque
todos los niños cuando son pequeños son los reyes (léase con i
por favor) de la casa y por supuesto viven en el país donde todavía hay una
monarquía.
Ahora, el más gracioso de todos fue el cuco. Lo que
en Argentina se usa para asustar a los nenes y de alguna manera obligarlos a
comer o tomar la sopa, en Europa es el monísimo portabebe de la foto. Decime si
ese nombre no es lo más. Ya me imagino a la madre y/o el padre abriendo y
cerrando la cortina, preguntándole al bebe (con tonada española) “Dónde está Manolo?. ¡Acá está!”
Pero como me gusta más borrar fronteras que crearlas. Te
invito a dejarme tu vocablo curioso de un diccionario imaginario que podemos crear
para -de alguna manera- acercar ambas orillas del “charco”.