Una ronda de mate o mesa de café virtual (depende de qué lado de la general paz naciste) donde las madres –presentes, recurrentes y futuras- podemos encontrarnos, refugiarnos, pelearnos, escaparnos, desentendernos, sentirnos reflejadas y sobretodo decir lo que nos pasa.
miércoles, 7 de septiembre de 2011
Del antojo, a la dieta
Definitivamente el ciclo de la vida es sabio. Primero te atora de comida para que puedas sobrevivir a tremenda tarea farónica en la que te embarcaste porque: ni la de la luna, ni la del pollo y la papa, ni la disociada, ni la Scardale, ni Ravena, ni Cormillot, ni la shock hipercalórica, ni la que tenés que tomar pis por la mañana, ni la pastilla de la tiroides, ni hacer gimnasia de mañana o tomar solamente sopa de noche, ni Deli Light… tal vez coserse la boca o hacer ayuno podría compararse a tener que seguirle el tren de un bebe hiperquinéticocontodounhormigueroenelculo de un año.
¿De donde sacó esa maldita costumbre de tener que caminar, explorar, correr, investigar, tirarse al piso y volverse mañoso a la hora de la cena? ¿Será un niño indigo y a esa hora como se alinean de forma particular los planetas y justo Virgo está en la casa de Acuario tiene la imperiosa necesidad de salir de “gira” por todas las mesas de los restoranes y/o revisar minuciosamente cada habitación de casas ajenas? Y sobretodo: ¿Por qué cuando todos comen? Ni 20 minutos antes, ni 30 después. Justo en el momento exacto en que llegan los platos rebosantes de comida a la mesa, el nene se empeña en recorrer los infinitos vericuetos peligrosos de las casas y, obvio, la mamá lo sigue cual fan a su banda, muerta de hambre, casi famélica, mientras le suplica: “Vamos a jugar allá” Que en castellano moderno quiere decir: ¿Porque no te quedás un poquito sentadito tranquilo mientras mamá cena?
La respuesta es más que previsible. Mamá no come, o come todo frío si logra volver a la mesa antes de que se devoren o lleven todo.
A raíz de esta situación, el finde pasado reflexionamos sobre el tema con otra mamá que sabiamente asistió al evento sin criaturas. Quien aportaba su visión: “Tenés que darte tiempo para vos y tu pareja, charlar tranquilos, disfrutar de estos momentos, y los chicos se quedan con algún pariente.” Nota mental: ¿Por qué no lo hice yo también?
Porque al final de la velada: yo no cené, mantuve charlas a medias y el nene estuvo incordioso gran parte de la noche, se terminó durmiendo super incómodo en un carrito y cuando nos fuimos, se medio despertó… Síntesis: un garrón.
La otra visión: como los bebes son los “nuevos” de la casa, son ellos los que deben adaptarse a nuestras vidas, y ser parte de nuestra vida social, participando activamente de estos festejos con amigos, divirtiéndose por su cuenta o aprendiendo a entender que mamá y papá tienen amigos, charlas y cenas, que ellos deben respetar.
Mientras aprovecho y como algo, espero que me cuentes vos cuál preferís y por qué...
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